Si hay algo en lo que suelo ser muy insistente con las parejas cuando hablamos del día de la boda es en que vivan cada instante juntos. Que sean conscientes de que se están dando el «Sí, quiero» para compartir el resto de sus días juntos…
Pues bien, para muestra un botón. Esta es la boda de Cristina y Álvaro, una boda donde las miradas, los abrazos, las caricias… fueron protagonistas del día.
El equipo perfecto
Cristina y Álvaro se complementaban. Cada uno tenía una manera de ser aparentemente bastante diferente. Cristina era la calma y la responsabilidad. Álvaro era la inquietud y el desorden. Y como el Ying y el Yang juntos formaban el mejor equipo que pudiera existir.
Se compenetraban a la perfección, pero sobre todo se querían y se admiraban más que a otra persona del mundo.
La boda
Todo en aquel día acompañaba. El sol y el azul del cielo; las ganas de pasárselo bien de los invitados; la música y el exquisito banquete.
Pero si tuviera que destacar algo de aquel día serían ellos. Y no porque estuvieran guapísimos (que por cierto, lo estaban), si no porque supieron vivir JUNTOS cada momento de ese día. Se miraron, se abrazaron, se besaron, y se volvieron a enamorar una vez más.
Aunque seguro que hubo muchos otros días después en los que se han vuelto a enamorar.