Siempre he pensado que el otoño es una estación muy romántica para celebrar una boda. Y creo que no soy la única, ya que cada vez más parejas deciden tomar la decisión de casarse en los últimos meses del año. Adoramos organizar este tipo de bodas.
Tienen una magia única, una belleza muy singular. Los tonos ocres, las hojas caídas, los árboles desnudos y el aire refrescante aportan un bucolismo que ya quisiera para sí el verano. Si os casáis en otoño, ya habéis elegido la temática de la boda. Además, esta elección tiene una serie de ventajas bastante suculentas.
El otoño es temporada baja y esto es un enorme plus. Lo primero es que las posibilidades de encontrar el lugar de vuestros sueños aumenta. Es más fácil disponer fecha en los libros de reservas, tanto para el banquete como para iglesias o juzgados. Además, no sólo hay facilidad de conseguir fecha, también hay muy buenos precios.
También hay más huecos en las agendas de vuestros invitados. Ya todos se han ido de vacaciones y han vuelto, y también han ido a las varias bodas que tenían en temporada alta. Han guardado sus galas de verano y ahora lucirán las de otoño, mucho más sobrias y elegantes. Y vosotros también lo haréis. El vestido de la novia, por ejemplo, tiene infinitas posibilidades, con una manga larga, combinarlo con un sombrero e incluso con algún complemento ocre crema o bronce, a juego con el entorno.
Imaginar vuestro futuro álbum de bodas. ¿No os gustaría incluir ese manto de hojas? ¿Las velitas en las mesas? ¿Los invitados con sus elegantes abrigos a las puertas de la iglesia? ¡Una gran elección celebrar una boda en otoño!